Los besos que ahora me daba con Ritsu, habían mejorado considerablemente. Ya no cerraba su boca como antes, ese era un hecho que podía tomar como favorable para mi.
Y aunque, al hacer el amor, aún esquivaba mi mirada, cerrando sus ojos, con tan solo escuchar sus gemidos y ver la total dispocisión de su cuerpo al entregarse al orgasmo, me bastaba para saber, que también me amaba, aún cuando no le diera la gana de confesármelo.
Mientras sentía su cuerpo estremecerse al estar dentro de él, pasaron muchas cosas por mi mente...una de ellas fue: ¿cómo había logrado ese estudiante tímido tenerme completamente bajo sus redes como un idiota?
Hace diez años atrás me veía perseguido por colegialas y dejándolas muchas veces con el corazón herido...y después terminé yo, siendo el herido por un "novato editor" que aún no se atreve a decirme que me ama...la vida sin duda, da muchas vueltas, que acabas siendo el "payaso" de lo que rechazabas o de lo que jamás imaginaste ser.
Me desplomé cansado y transpirado sobre el cuerpo agitado de Ritsu.
Con sueño profundo, cerré los ojos, sólo sentí las manos de Ritsu, acariciándome el cabello.
Ese gesto, que pocas veces hacía, me hizo valorar aún mas lo que tenía ahora, después de esos amargos diez años de su ausencia.
No se llega a comprender, cuán importante es la persona a la que se ama, hasta que la vida se le ocurre un día apartarla de tu lado; sólo desde día, el tiempo te parece demasiado pesado para vivirlo...y al recuperar a ese amor...por una absurda ironía del destino, no se puede evitar sentirse bendecido, con los gestos de cariño que esa persona especial te manifiesta.
Cuando volví abrir los ojos, no vi a Onodera a mi lado.
Suspiré algo aburrido.
"Era tan habitual en él, salir huyendo, después de pasar la noche juntos".
Me vestí rápidamente y me dirigí hacia la cocina para prepararme un café.
Vi a Sorata sobre el sofá, hechado plácidamente.
Cuando miré hacia la mesa, me di cuenta que estaba una caja de bentou y té verde, había una nota al lado.
"Takano-san por favor almuerza, no quiero un editor en jefe colapsado"
No pude evitar sonreír complacido de verlo al pendiente mío, quizás, estas eran sus "maneras" de demostrarme que me amaba.
Me disponía a sentarme y comer, pero el timbre de la puerta sonó en ese momento.
Por un instante pensé que se trataba de Ritsu, que por las prisas-que siempre acostumbraba a salir así-se había olvidado de algo.
Abrí la puerta y vi plantado a Yokozawa con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
-¿Has tomado somníferos?-preguntó en mal tono.
-No, pasa-dije, mientras me hacía a un lado.
Yokozawa entró y me miró molesto.
-¿Y tú por qué tienes esa cara tan temprano?-pregunté encendiendo un cigarrillo.
-He estado quince minutos aquí tocando el timbre y llamándote por celular, por eso te pregunté lo de los somníferos.
-Sabes bien que no me gustan las pastillas-respondí exhalando el humo del cigarro.
Yokozawa frunció los labios y miró a Sorata.
-¿Tan siquiera has sido puntual en su alimentación?-preguntó con preocupación, acunando a Sorata entre sus brazos.
-Claro, le di de cenar las latas de atún y pollo que me trajiste. Por cierto Yokozawa, ¿no te parece que lo mimas demasiado?
-¿A qué te refieres?
-Sorata ha ganado mucho peso, creo que come mejor que yo...
Yokozawa sonrió.
-¡Ja!, ¿no me digas que estás envidioso?, ¿acaso Onodera no te atiende bien?-preguntó con sarcásmo.
-Lo hace...-asentí-me ha dejado el almuerzo listo.
Yokozawa alzó una ceja.
-Me alegro por ti, al fin me pude quitar ese peso de encima.
Sonreí.
-Lo sé. Pero a ti tampoco te va tan mal ¿cierto?, Kirishima debe cuidarte muy bien también.
Yokozawa carraspeó.
-Bueno, me voy, debo dejar a Sorata en casa e ir a la editorial, nos vemos.
Era un hecho que a Yokozawa nunca le caería totalmente bien Ritsu, pero al menos lo aceptaba como editor y eso me tranquilizaba.
Cuando llegué a la oficina, ya se encontraba todo el equipo en sus respectivos puestos, tecleando sobre sus computadoras portátiles.
-Buenos días-saludé.
-Buenos días, Takano-san-respondieron.
-Novato-le llamé a Ritsu-¿terminaste la propuesta pendiente?
-Ah...esto...-parecía nervioso buscando entre los papeles- eh, ¡si!, aquí está.
Se levantó de su silla y me entregó la propuesta; comencé a leerla con detenimiento en simples segundos.
-¡Rechazada!-exclamé aventándola sobre el escritorio.
-¿¿Eh??, ¿y ahora, porqué?-preguntó sorprendido.
-Parece que olvidaste un importante detalle.
-¿Qué detalle?
-Piénsalo-ordené.
-No sé...-Onodera leía nuevamente la propuesta-¡todo esta completo!, las estadísticas de ventas, las gráficas...
-Fíjate bien-insistí.
-¡Maldita sea!, ¡no lo sé!-exclamó irritado.
Voltee a verlo.
-En verdad eres un editor mediocre-di un sorbo al café.
-¿¿¿¿Qué???, ¡eso no es cierto!...¿qué es lo que falta?, dígamelo usted, "jefe editor".
-El título de la obra...¿o crees acaso que eso no es importante?
Ritsu se fijó de nuevo en las hojas.
-Yo...esto...-su rostro se ruborizó.
-Parece que quieres tener el título de "editor novato" para siempre-añadí divertido.
-¡Eso no pasará, algún día te superaré, TAKANO-SAN!-agregó desafiante.
Kisa, Hatori y Mino me miraron expectativos.
-No necesitas esforzarte para superarme, si eres capaz de confesarme eso "que quiero oír" te cedo mi puesto inmediatamente-dije.
El rostro de Ritsu adquirió un tono rojizo y frunció los labios.
-¿Eh?, ¿y qué es eso que le tiene que confesar Riichan, Takano-san?-preguntó con curiosidad Kisa.
Subí las piernas al escritorio, acomodándome en la silla.
-Que Onodera se los diga.
-¡Renuncio!-exclamó Onodera indignado, saliendo del departamento.
No pude evitar sonreír con sus pequeñas rabietas. No importaba ya cuanto tiempo mas tuviera que esperarlo, algún día lograría que mi antiguo acosador "Oda Ritsu", me confesara que me amaba, así me tomara un poco mas de tiempo... diez años mas, o esperar hasta que los conejos puedan hablar.
Sus hechos hablaban por sí mismos...y de esa forma, me sentía profundamente amado.
Y aunque, al hacer el amor, aún esquivaba mi mirada, cerrando sus ojos, con tan solo escuchar sus gemidos y ver la total dispocisión de su cuerpo al entregarse al orgasmo, me bastaba para saber, que también me amaba, aún cuando no le diera la gana de confesármelo.
Mientras sentía su cuerpo estremecerse al estar dentro de él, pasaron muchas cosas por mi mente...una de ellas fue: ¿cómo había logrado ese estudiante tímido tenerme completamente bajo sus redes como un idiota?
Hace diez años atrás me veía perseguido por colegialas y dejándolas muchas veces con el corazón herido...y después terminé yo, siendo el herido por un "novato editor" que aún no se atreve a decirme que me ama...la vida sin duda, da muchas vueltas, que acabas siendo el "payaso" de lo que rechazabas o de lo que jamás imaginaste ser.
Me desplomé cansado y transpirado sobre el cuerpo agitado de Ritsu.
Con sueño profundo, cerré los ojos, sólo sentí las manos de Ritsu, acariciándome el cabello.
Ese gesto, que pocas veces hacía, me hizo valorar aún mas lo que tenía ahora, después de esos amargos diez años de su ausencia.
No se llega a comprender, cuán importante es la persona a la que se ama, hasta que la vida se le ocurre un día apartarla de tu lado; sólo desde día, el tiempo te parece demasiado pesado para vivirlo...y al recuperar a ese amor...por una absurda ironía del destino, no se puede evitar sentirse bendecido, con los gestos de cariño que esa persona especial te manifiesta.
Cuando volví abrir los ojos, no vi a Onodera a mi lado.
Suspiré algo aburrido.
"Era tan habitual en él, salir huyendo, después de pasar la noche juntos".
Me vestí rápidamente y me dirigí hacia la cocina para prepararme un café.
Vi a Sorata sobre el sofá, hechado plácidamente.
Cuando miré hacia la mesa, me di cuenta que estaba una caja de bentou y té verde, había una nota al lado.
"Takano-san por favor almuerza, no quiero un editor en jefe colapsado"
Ritsu Onodera.
No pude evitar sonreír complacido de verlo al pendiente mío, quizás, estas eran sus "maneras" de demostrarme que me amaba.
Me disponía a sentarme y comer, pero el timbre de la puerta sonó en ese momento.
Por un instante pensé que se trataba de Ritsu, que por las prisas-que siempre acostumbraba a salir así-se había olvidado de algo.
Abrí la puerta y vi plantado a Yokozawa con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
-¿Has tomado somníferos?-preguntó en mal tono.
-No, pasa-dije, mientras me hacía a un lado.
Yokozawa entró y me miró molesto.
-¿Y tú por qué tienes esa cara tan temprano?-pregunté encendiendo un cigarrillo.
-He estado quince minutos aquí tocando el timbre y llamándote por celular, por eso te pregunté lo de los somníferos.
-Sabes bien que no me gustan las pastillas-respondí exhalando el humo del cigarro.
Yokozawa frunció los labios y miró a Sorata.
-¿Tan siquiera has sido puntual en su alimentación?-preguntó con preocupación, acunando a Sorata entre sus brazos.
-Claro, le di de cenar las latas de atún y pollo que me trajiste. Por cierto Yokozawa, ¿no te parece que lo mimas demasiado?
-¿A qué te refieres?
-Sorata ha ganado mucho peso, creo que come mejor que yo...
Yokozawa sonrió.
-¡Ja!, ¿no me digas que estás envidioso?, ¿acaso Onodera no te atiende bien?-preguntó con sarcásmo.
-Lo hace...-asentí-me ha dejado el almuerzo listo.
Yokozawa alzó una ceja.
-Me alegro por ti, al fin me pude quitar ese peso de encima.
Sonreí.
-Lo sé. Pero a ti tampoco te va tan mal ¿cierto?, Kirishima debe cuidarte muy bien también.
Yokozawa carraspeó.
-Bueno, me voy, debo dejar a Sorata en casa e ir a la editorial, nos vemos.
Era un hecho que a Yokozawa nunca le caería totalmente bien Ritsu, pero al menos lo aceptaba como editor y eso me tranquilizaba.
Cuando llegué a la oficina, ya se encontraba todo el equipo en sus respectivos puestos, tecleando sobre sus computadoras portátiles.
-Buenos días-saludé.
-Buenos días, Takano-san-respondieron.
-Novato-le llamé a Ritsu-¿terminaste la propuesta pendiente?
-Ah...esto...-parecía nervioso buscando entre los papeles- eh, ¡si!, aquí está.
Se levantó de su silla y me entregó la propuesta; comencé a leerla con detenimiento en simples segundos.
-¡Rechazada!-exclamé aventándola sobre el escritorio.
-¿¿Eh??, ¿y ahora, porqué?-preguntó sorprendido.
-Parece que olvidaste un importante detalle.
-¿Qué detalle?
-Piénsalo-ordené.
-No sé...-Onodera leía nuevamente la propuesta-¡todo esta completo!, las estadísticas de ventas, las gráficas...
-Fíjate bien-insistí.
-¡Maldita sea!, ¡no lo sé!-exclamó irritado.
Voltee a verlo.
-En verdad eres un editor mediocre-di un sorbo al café.
-¿¿¿¿Qué???, ¡eso no es cierto!...¿qué es lo que falta?, dígamelo usted, "jefe editor".
-El título de la obra...¿o crees acaso que eso no es importante?
Ritsu se fijó de nuevo en las hojas.
-Yo...esto...-su rostro se ruborizó.
-Parece que quieres tener el título de "editor novato" para siempre-añadí divertido.
-¡Eso no pasará, algún día te superaré, TAKANO-SAN!-agregó desafiante.
Kisa, Hatori y Mino me miraron expectativos.
-No necesitas esforzarte para superarme, si eres capaz de confesarme eso "que quiero oír" te cedo mi puesto inmediatamente-dije.
El rostro de Ritsu adquirió un tono rojizo y frunció los labios.
-¿Eh?, ¿y qué es eso que le tiene que confesar Riichan, Takano-san?-preguntó con curiosidad Kisa.
Subí las piernas al escritorio, acomodándome en la silla.
-Que Onodera se los diga.
-¡Renuncio!-exclamó Onodera indignado, saliendo del departamento.
No pude evitar sonreír con sus pequeñas rabietas. No importaba ya cuanto tiempo mas tuviera que esperarlo, algún día lograría que mi antiguo acosador "Oda Ritsu", me confesara que me amaba, así me tomara un poco mas de tiempo... diez años mas, o esperar hasta que los conejos puedan hablar.
Sus hechos hablaban por sí mismos...y de esa forma, me sentía profundamente amado.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario