"Una sonrisa vale mas que mil palabras".
Habían pasado cerca de seis meses desde que Takano-san y yo, Ritsu Onodera, seguiamos juntos. Aunque aún no me atrevía a decirle que lo amaba, lo sentía intensamente en el corazón.
Pero cuando, por mínimamente una posibilidad pensaba declarselo, al final me arrepentía. El motivo era por que no me quería mostrar frágil nuevamente, como hace diez años atrás...
-¡Oye!-me gritó Takano-san al tiempo que me pegaba fuertemente con un libro de manga.
-¿Eh?, ¡Takano-san!...¡¿por qué me pegas?!-exclamé molesto.
-Si tienes tiempo libre para andar soñando despierto, invíertelo para trabajar-señaló con su aire enérgico de siempre.
-¡¿De qué demonios hablas?!, ¡claro que trabajo!... ni siquiera me ha dado tiempo de desayunar-inquirí.
Takano-san había tomado asiento en su lugar de siempre y me miró en silencio.
-Entonces, házlo-dijo.
-¿Eh?
-Tómate un descanso de veinte minutos y regresas-añadió.
-Gra-gracias-no pude evitar titubear sorprendido.
-Claro-murmuró secamente-sin dejar de teclear en su portátil.
Si bien el carácter de Takano-san no había cambiado, y continuaba siendo el mismo jefe editor irónico, intolerable, abusivo y demandante, ahora tenía pequeños momentos de amabilidad.
Me dirigí a la máquina de bebidas e incerté una moneda. Elegí el té verde. La maquina expulsó la botella y la tomé, sentándome en una mesa de la sala de descanso.
No pude evitar recordar mi vida de estudiante, en la que tenía tiempo suficiente para leer mis libros, en especial a mi autor preedilecto, Usagi Akihiko.
Todo había cambiado, mi carácter también...ya no era el mismo adolescente puro e inocente. Ahora era un hombre acostumbrado a su malhumor y a un trabajo excesivamente agotador.
Mi estómago gruñó en ese momento por el astío.
Suspiré cansado.
-"Si tan solo pudiera comer decentemente"-murmuré.
-¿Con quién hablas?-preguntó una voz conocida.
-¡¿Eh?!, ¡Takano-san!
Tomó asiento en frente de mí.
-¿Qué tienes?, este día te he notado desconcentrado, ¿algo te preocupa?
-No, es solo que...
-¿Qué?-su mirada profunda me hizo esquivarla.
-Recordaba que mi alimentación no es la misma que antes.
Takano-san sacó una cajetilla de cigarros del bolsillo de su pantalón y encendió un cigarrillo.
-Yo no me he visto afectado por eso-comentó-mi comida es a base de microondas o de restaurantes, eso ya es común para mi.
-Claro, como en el pasado-murmuré.
Takano-san me miró serio.
-Ehhh...esto...yo...-tal vez mi comentario lo había molestado, ¿podría ser que había tocado una fibra sensible en él?
Exhaló el humo que contenía.
-Tienes razón, no tienes por qué avergonzarte- después apoyó en su mano el rostro y observandome en silencio, segundos después su boca dibujó una sonrisa fruncida-¿qué me dices de ti... extrañas los mochis de tu mamá?
Sentí mi rostro caliente, estaba avergonzado.
-Takano-san ...deja de burlarte de mi, ¿quieres?
-No lo hago; en realidad, la vez que me regalaste algunos, los probé y estaban deliciosos. Ojalá pudiera volver a comerlos-añadió al tiempo que se levantaba-bueno, regresemos, todavía queda mucho por hacer.
Asentí.
-Me termino el té y voy-respondí.
Las palabras de Takano-san me hicieron sentir cierta tristeza, era cierto, en sus años de adolescente y -aunque vivía en la casa de sus padres-, jamás pudo tener una comvivencia familiar normal. Mientras sus padres estaban ocupados en sus trabajos y en su proceso de divorcio. Takano-san estaba mas solo que nunca...
Si algo yo pudiera hacer por él...para reponer todo ese tiempo perdido...
Rápidamente saqué el celular de mi bolsillo y marqué a casa de mis padres.
Posiblemente no estaba todo perdido y sí podía hacer algo por Takano-san.
Continua...
No hay comentarios:
Publicar un comentario