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martes, 5 de marzo de 2013

"Una sonrisa vale mal que mil palabras"-parte 2.

Esa tarde llamé a mi madre para que me diera la receta de los mochis. Procuré terminar mi trabajo temprano para poder ir a comprar los ingredientes.

Takano-san me observaba con su rostro serio cuando me levanté a ponerme el abrigo.

-¿A dónde irás?, que parece que tienes mucha prisa-preguntó con astucia.

-Ahh...eh...¡a casa!, quiero dormirme temprano; bien, ¡hasta luego!-rápidamente hice una señal de despedida con la mano.

Sin esperarme a que dijera algo por objetar-como de costumbre-, abordé el elevador y subí el tren con velocidad. Por suerte, pude encontrar los ingredientes necesarios en el combini que se encuentra frente a la estación.

Llegando a casa arrojé mi abrigo al sofá y me despojé de todo lo incómodo. Recordaba que mi madre me había obsequiado un delantal amarillo con un oso panda en el día de Navidad. Si bien en su momento, me había parecido un accesorio innecesario, lo cierto es que ahora podía tener utilidad.

Me lo puse y suspiré al verme al espejo. "Menos mal que nadie me miraba, sino...".

Comenzé remojando el arroz. Mañana en la madrugada, antes de irme al trabajo, proseguiría a molerlo y a darle forma. Puse el despertador temprano. Y comencé con el resto; había decidido hacerlos dulces estilo ichigo daifuku(son los mochis dulces que llevan una fresa dentro).

Estaba encimismado en lo que hacía, aún sintiendo los párpados cerrárseme, cuando escuché el timbre en la puerta.

La abrí y vi a Takano-san con unas bolsas del combini.

Automáticamente la entrecerré y él puso el pie en respuesta.

-¿Qué demonios estás haciendo?

-Nada...no podía dormir.

-Déjame entrar, te compré tu almuerzo de hoy; después te quejas que no comes.

Su gesto amable, al preocuparse por mi, me dejó sorprendido.

-¡¿Eh?!...gracias en verdad, pero no puedo dejarte pa...

Con la fuerza de su mano abrió la puerta de par en par y me miró.

-¿Qué haces con ese delantal?

"¡Demonios!, debí de habermelo quitado antes"-pensé avergonzado.

-Es que...yo... me estaba preparando el almuerzo-vacilé tímidamente.

Takano-san dejó las bolsas sobre la barra y entró echando un vistazo a la cocina.

-¡Hey, espera!-exclamé al ver que agarraba un mochi y lo olía.

-¿Estos son mochis?-preguntó.

-Si, ¿qué mas parece que son?-contraataqué con el ceño fruncido.

Takano-san mordió el mochi con curiosidad.

Esperé a ver su reacción y fue inescrutable.

-Me alegro que trabajes como editor en Marukawa-repuso después de segundos- como cocinero serías un total fracaso-criticó con sarcasmo.

-¡¿Quéeeeee?!-esas palabras habían herido mi orgullo-tienes razón, ¡los voy a tirar a la basura!-reaccioné enojado.

-¡Espera, no lo hagas!-exclamó Takano-san al tiempo que me detuvo por el brazo.

-¡¿Qué quieres ahora?!

Takano-san tomó la pequeña tarjeta que estaba arriba de la caja verde en que puse los mochis.

La leyó en voz alta.

-"Takano-san, no sé cocinar, pero puse mi mejor esfuerzo, Onodera Ritsu "-después volvió su mirada hacia a mi-¿esto es para mi?-murmuró.

-...Si, pero ya no tiene caso, "saben horrible", como has dicho, así que me desharé de ellos.

-No-dijo al tiempo que me detenía para evitar que los depositara en la basura.

-¡Pero tú diiste que...!

-Te he dicho que no, los hiciste para mi, así que me los quedaré-señaló mientras se aferraba a la caja de los mochis.

Me quedé rezongando, sin poder ganarle.

Takano-san que se dirigía hacia la puerta, dió vuelta  y se acercó nuevamente a mi.

-Gracias, Ritsu-susurró cerca de mi rostro y abrió sus labios besandome con profunda calidéz.

Sentí mi rostro acalorado y me quedé sin palabras.

-Sin duda me comeré tus mochis...-añadió nuevamente mientras se dirigía a la salida-ya que fueron hechos con amor-dijo esbozando su mejor sonrisa.

Al cerrar la puerta me quedé parado sin saber que pensar...me había visto con un delantal ridículo, me dio a entender que cocinaba horrible, pero...la expresión de Takano-san en ese momento, tan serena, y sonriente me recordó al Takano de hace diez años, que sonreía de adolescente, al charlar de libros o de cosas que nos gustaban; Takano-san no había perdido su encanto ni su alegría,y  eso sin duda...me hacía muy feliz.

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