Me situé frente al departamento de Ritsu para entregarle lo que había comprado, cuando me percaté del modesto cartel que había pegado en la puerta.
"No estoy, no molestar"-escribió.
Suspiré.
¿En verdad era un niño de escuela jardín? Era lo mas ridículo que le había visto hacer durante todo este tiempo, dejando a un lado cuando tuvo la patética idea de escribir otro apellido en los libros de la biblioteca, que pedía prestados.
Pulsé varias veces el timbre, hasta ser lo suficientemente molesto.
-¡BASTA TAKANO-SAN!-exclamó desde el otro lado de la puerta-¡DÉJAME EN PAZ!
-¡Entonces abre la maldita puerta Onodera!-respondí.
Breves segundos pasaron y no se escuchó nada. Fastidiado continué con mi acoso.
-¡ES UNA ORDEN!-inquirí con voz enérgica.
Ritsu entreabrió la puerta y se asomó. Sus ojos estallaban en cólera. Y su pelo estaba alborotado.
-¡¿Qué quieres?!-preguntó entrecerrando los ojos.
-Déjame entrar-murmuré y abrí la puerta a la fuerza.
-¡Oye, Takano-san...eso es violación a la privacidad!-exclamó.
-No te preocupes...tú privacidad ya me pertenece-respondí.
-¡¿Quéeeeeeeee?!-soltó iracundo.
Lo escuché murmurar en tono irritado, pero no presté atención. Me encaminé hasta la cocina y puse sobre la mesa lo que había comprado.
-Toma-le dije al momento que se acercaba hacia donde estaba.
-¿Qué es esto?-preguntó con inocencia en su voz.
Puse los ojos en blanco.
-¿En verdad no sabes, qué es?
-Bueno...si...em...un pastel, pero...¿por qué?
Su caso era desesperante.
-Parece que no lo recuerdas, pero hoy es tu cumpleaños.
-¡¿Qué?!, ¿de verdad?
Su rostro sorprendido en verdad denotaba ignorancia respecto al tema.
Suspiré.
-En verdad eres la primera persona que conozco que olvida su cumpleaños.
Ritsu sacó su celular, seguramente para asegurarse de la fecha.
-¡Ah, es verdad!...yo...yo lo había olvidado-confesó con timidez.
-No te preocupes, estoy aquí para recordártelo-murmuré mientras me recargaba sobre la barra.
-Emm...esto...Takano-san...-sus mejillas se tornaron de un color rojizo intenso-...gracias...
-No es nada-respondí.
-Y...lo siento-murmuró.
Lo miré confundido.
-...en verdad lamento lo que ocurrió ayer-continúo.
Ritsu mantuvo su mirada hacia el piso e inclinó su cuerpo en señal de disculpa.
-¡Oye!, no lo hagas...-le dije mientras lo incorporaba-solo es trabajo.
Sus ojos verdes me miraron lánguidos.
-Si, pero yo creí que te habías enfadado.
-Lo hice-respondí mientras asentía-pero aquí no estamos en la editorial-sonreí y alboroté su cabello con la mano.
Ritsu suspiró relajado.
-Tienes razón.
-¿Y bien, qué te gustaría de regalo?-pregunté.
-¿Ehh?...nada...gracias, con el pastel es suficiente.
Suspiré.
Encaminándome hacia la puerta, me volví hacia él.
-Mañana procura estar listo para las 12 del mediodía.
-¿Eh, pero?
-Es una orden-le recordé.
-Mañana es día laboral-añadió nervioso.
-Yo soy tu jefe, y he decidido que los dos tomaremos el día libre.
-¡Pero Takano-san! hay mucho trabajo y...
-ES UNA ORDEN DE TU SUPERIOR, ONODERA-insistí.
Onodera agachó la mirada y frunció los labios en señal de disgusto.
-Está bien-murmuró a regañadientes.
Sonreí para mis adentros.
No era muy complaciente pero intentaría que Ritsu pasara un día agradable a mi lado.
Continua.
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