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miércoles, 13 de marzo de 2013

Takano Masamune. Capítulo Especial: "Cumpleaños en el día de los cerezos".

Entré a mi departamento de trabajo y encontré sentados a Kisa Shouta recargando su cabeza encima del escritorio y a Ritsu hablando nervioso por teléfono.

Aún no entendia muy bien porque se angustiaba tanto al hablar con la imprenta; seguía siendo el mismo editor novato de cuando entró, aún cuando su método había mejorado bastante.

Con paso tranquilo me dirigí hasta mi asiento y bebí de la lata el café negro. Miré con atención a Ritsu que no paraba de hacer unas expresiones realmente llamativas. Sus ojos que eran grandes, los hacía aún mas, cuando estaba nervioso y las puntas de su cabello parecían levantarse, era como ver una escena cómica de manga...

-¡Bien, me voy a casa!-anunció Ritsu al colgar el teléfono.

Su cara estaba roja y las comisuras de su boca en un gesto fruncido.

-¿Ya has terminado tu trabajo de hoy?-pregunté mecánicamente.

-¡Claro que lo terminé!, ¡es una lástima que soy el único editor que se preocupa por tener todo a tiempo!-soltó molesto.

"Ah, vaya...ahí estaba el problema".

-Ya te dije alguna vez, que uno de nuestros trabajos también es convencer a la impresora que se maneje a nuestro tiempos, no dejarnos manipular por ellos.

Su cara reflejó mas irritabilidad y contraatacó.

-Yo no soy "manipulable" Takano-san, solo me gusta ser responsable.

-¡¿Ehhhh?!, ¿qué dices?, yo también lo soy; hago este trabajo desde antes que tú entraras y he sacado esta editorial de la maldita quiebra, ¿y aún así me das lecciones de responsabilidad?-añadí molesto.

-¡Yo también trabajé de editor no se te olvide!-exclamó.

-¡Hey chicos!, no discutan, así no se solucionará nada-añadió Kisa, que ya se habia reeincorporado de su cansancio momentaneo.

-Si, no peleen, debemos trabajar en armonía-secundó Mino.

-¿Ritsu por qué no te vas a casa y descansas?-ofreció Hatori.

-Si, eso haré, permiso-agregó Onodera sin mirarme.

-Takano, ¿por qué no te vas a casa tú también?-preguntó Kisa.

-Imposible, aún tengo trabajo pendiente-respondí.

 

No me gustaba mezclar las cosas del trabajo con mi vida personal, después de todo, aunque era el amante de Onodera, él no debía de olvidar que aún seguía siendo su jefe.

 

Entré al ascensor y me encontré con Yokozawa, quien ya se notaba mas relajado al verme.

-¡Ah!, Takano, menos mal que te veo; pasado mañana hay junta de los tres departamentos, ya sabes para decidir el número de mangas que se imprimirán.

-Ah, de acuerdo-respondí monótono.

Yokozawa me estudió con la mirada y después preguntó:

-¿Y cómo te va?

-Bien, lo de siempre, trabajo y mas trabajo.

-Un día de estos deberíamos de ir a tomar algo, como los viejos tiempos.

Su mirada era sincera y no me rehuía. Eso quería decir que en verdad Yokozawa lo había superado; me sorprendía la rapidéz con que había ocurrido, ¿habría tenido algo que ver su amistad con Zen Kirishima?...sin embargo, me alegraba verlo mas animado.

-Claro-añadí con una sonrisa leve.

-Bien, en eso quedamos, ¡adiós!-se despidió con un breve movimiento de mano, al tiempo que se abrían las puertas del elevador.

Yokozawa apuró el paso al salir. Me pregunté por qué motivo tenía tanta prisa...¿acaso era por Sorata?

Abordé el tren y me senté cerca de la puerta. Ya era tarde, así que no había demasiada gente como en otros momentos. Eso me permitió relajarme un poco y cerrar los ojos.

Seguramente Ritsu seguiría molesto y no se le pasaría hasta la mañana siguiente. Pensé que lo mejor era dejar que se le pasara el malhumor y después nos arreglariamos con un beso, ya que no se me daba bien hablar demasiado sútil.

Bajé el tren y me dirigí al combini que está justo a lado de la estación.

Dos latas de café negro, un bentou congelado y un paquete de cigarrillos serian la "cena" de esa noche.

Mientras esperaba a que me cobraran, pasé la mirada por un calendario colgado en la pared detrás del mostrador y noté que mañana era 27 de marzo, eso me recordaba...

"EL CUMPLEAÑOS DE RITSU".

¡Mierda! lo había olvidado de momento. Pasé mi mano por el cabello en un gesto desesperado y pagué rápidamente los productos.

¿Qué se suponía que debía de darle de regalo? yo era realmente malo para esas cosas...y él también, considerando de que en mi cumpleaños me obsequió bebidas energizantes y medicamentos contra el resfriado.

Sólo había una sola cosa que podía gustarle...y esperaba que aún estuviera abierto.



Continuará.

 

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