Baby Romántica |
En el pasillo me encontré a Akihiko. Frunció el ceño al verme, como había pronosticado, estaba enojado.
-Hola Akihiko-saludé agitando la mano-buen día, ¿qué haces por acá?
Me mostró una serie de hojas que llevaba en la mano.
-Vine a entregarle esto, a Eiri-san.
-¿Qué es?
-El manuscrito.
-Pero hoy tenemos una reunión a las tres en tu casa.
-Lo siento, pero tengo un asunto personal-agregó con altivez.
Le conocía bien, Akihiko siempre solía evitar las situaciones cuando le desagradaban.
-Ah, ah...ya veo...estás molesto por lo de ayer, ¿cierto?
-Lo estoy, Isaka-san-respondió sin reparos-...su intervención de ayer en el restaurante, fue de mal gusto.
-Supongo que el chibi-tan se molestó también.
-Ambos-me echó una mirada acusadora.
-Lo lamento Akihiko, había tomado demasiado.
-De igual forma-ignoró mi disculpa- me alegro que tu asistente llegó a tiempo, o no sé como hubiera reaccionado después.
-¿Eh?, Akihiko, ¡siempre eres tan cruel!-añadí en un tono falsamente melodramático.
Frunció los labios.
-¿Podría darle esto a Eiri-san?, llevo prisa.
-Está bien.
-Con permiso.
-¡Hasta luego!, ¡saludos al chibi-tan!-lo despedí sonriendo de forma amistosa. Akihiko me dio la espalda y solo respondió un "gracias" de forma cortante.
"Vaya que tenía un carácter de mierda".
Pero era un buen escritor, uno de los mejores en Marukawa. ¿Cómo podía ser que alguien con esa actitud, escribiera novelas románticas?.
Sentí lástima momentánea por el chibi-tan...lo que tenía que soportarle.
A la hora de la salida, Asahina no mencionó palabra alguna que no fuese sobre trabajo o las citas pendientes para el día siguiente; parecía que su estado de animo no iba a cambiar tan fácilmente. Y eso me estaba desesperando.
En la editorial estaba acostumbrado a fingir una sonrisa y ser amable con la mayoría de los empleados, pero con él, no tenía porque fingir...y aunque lo hiciera, sabría que no es mi personalidad original.
-Asahina...-interrumpí el silencio del ambiente-antes de ir a casa de mis padres, quiero que hagamos una parada a la florería.
Asahina me miró con curiosidad.
-¿Va a llevarle flores a su madre?
Fruncí el ceño.
-¿Qué tiene de raro querer comprar flores?, haz lo que te digo-ordené.
-Está bien-respondió.
Hizo la parada en una florería que estaba frente a una cafetería.
-¿Qué desea comprar?, yo iré...- ofreció mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad.
-Iré yo-añadí y me bajé rápidamente del auto.
El establecimiento parecía un jardín. Nada mas entrar, y me encontré rodeado por plantas y bellas flores de distintos colores y estilos. Nunca había ido a una florería a comprar algo, no estaba habituado, de todo eso se podía encargar algún empleado, sin embargo...
-Buenas noches-salió a mi encuentro un hombre joven y alto, con una radiante sonrisa-¿le puedo ayudar en algo?-preguntó con amabilidad.
-Si, quiero un gran ramo de flores, quiero algo especial...
El vendedor sonrió.
-¿Qué tipo de flor le gustaría?-preguntó.
-Eh...no sé...
-¿Qué le parecen rosas?-sugirió.
-Si, supongo, que rosas está bien.
-Tenemos la rosa llamada "baby romántica", tiene un color delicado y un aroma suave-la describió mientras me la mostraba.
-Entonces esas, y ¿habrá alguna otra flor que tenga un color que alegre el ramo?
-¿Amarillas?
-Genial.
El vendedor formó un ramo de sesenta rosas, las envolvió en papel transparente y las anudó con un listón de color celeste.
Mientras me cobraba, me fijé en su nombre en el gafete.
-Quédate con el cambio,gracias Nowaki-san-dije mientras salía por la puerta.
-Gracias, vuelva pronto-sonrió amablemente.
Entré rápidamente al auto, sintiéndome un cursi por llevar aquel ramillete en las manos.
-¿Qué te parecen?-le pregunté a Asahina.
-Son hermosas, seguramente a su madre le van a encantar.
-No son para ella, baka...las compré para ti-le acerqué el ramo.
-¿Para...mi?-preguntó sorprendido.
Suspiré.
-Con esto quiero decir que "lo siento" por lo de la otra noche. En su momento, no me había dado cuenta que te habías enfadado tanto, hasta que comencé a sentir tu ausencia...yo...yo no te quiero perder por un malentendido-expliqué.
Asahina me miraba en silencio.
-Bueno, ¿vas a agarrar el maldito ramo o no?-pregunté molesto.
Asahina sonrió.
-Gracias Ryuichiro-sama, me haces muy feliz-añadió , volviéndome el rostro con sus dedos para que le mirase...
Y me besó. Fue un beso suave, tierno, profundo...
-¡¡baka, baka!!-le di un empujón- ¡conduce rápido que llegaremos tarde!-exclamé para apurarlo.
Asahina sonrió.
-Si-respondió con su habitual tono obediente. Como un sirviente fiel obedece a su amo.
Su rostro serio, se recompuso y en lugar de ello, una sonrisa se formó en la comisura de sus labios.
Comprendí que aunque yo tenía mas poder en nuestra vida social, laboral y familiar, Asahina tenía un poder especial que me atraía, haciéndome sentir un cursi...
Comprendí que mi felicidad era él...
Y si Asahina era feliz...yo lo era también.
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