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miércoles, 5 de junio de 2013

Ritsu Onodera: "El primer amor verdadero, jamás se borra del corazón" parte final.



La lluvia inició a mitad del camino. Tomé el tren a toda prisa. De todo corazón deseaba que sempai aún estuviera en la escuela. No importaba si no me quería hablar más, había decidido no molestarlo, pero no pude evitar preocuparme por él de todas formas.


Corrí hacia la entrada y me quedé esperándolo en la puerta. Como él me había pedido estar solo, no quise molestarlo y de pie, plantado con ambas sombrillas en la mano, esperé que bajara.

Diez minutos después le ví caminar, abrió su loker y sintiendo que le miraba, volteó hacia donde yo estaba.

-¿Qué haces aquí?, ¿no te habías ido ya?-preguntó.

-S-sólo quería traerte esta sombrilla para que te protejas de la lluvia sempai...pero si ya tienes una, me iré-respondí.

-¿No estás enojado por lo que te dije?

-No...yo te entiendo sempai lo desagradable que es para ti esta situación.

-Oye, ¿por qué te gusto tanto?-cuestionó.

Aquella pregunta me tomó por sorpresa, pero traté de ser sincero y fiel a lo que sentía.

-P-por que se trata de ti, sempai...no lo puedo explicar ahora, por lo menos me tomaría tres días-confesé.

Me miró en silencio unos cuantos segundos.

-¿Y tu bolso?

-Lo dejé en casa...regresé en cuanto noté que llovería.

 

Alargó su mano.

-La sombrilla...

-Ah, si, si, aquí está...-se la entregué.

 

Afuera llovía fuertemente. Las gotas de agua chocaban una trás otra contra el asfalto gris. No me atreví a mirar a sempai, pero estaba a un lado mío, callado.

¿En qué estaría pensando?, ¿sería mucho atrevimiento de mi parte si le preguntaba si le molestaba mi presencia?...aunque eso, era lógico de suponer...sempai me llamó "molesto".

El silencio no parecía tan áspero por el constante ruido de la lluvia. Ambos sujetábamos las sombrillas. Me rendí al hecho que sempai jamás me hablaría ni quería tenerme cerca, esto sólo fué una casualidad, él acepto mi gesto por necesidad, no por gusto, yo le era desagradable, eso, me había quedado muy claro.

Eran sus sentimientos y los aceptaría. Jamás volvería a molestarlo de aquella manera.

Mi mano izquierda colgaba a un costado de mi cuerpo, sentí una piel ajena, suave, rozando mi palma y unos dedos finos y largos uniéndose entre los míos...

Sempai me había tomado de la mano...¡¿q-qué estaba ocurriendo?!

Alarmado, lo miré...sentí mi rostro acalorado y ruborizado, jamás en toda mi vida, había esperado aquello.

-E-esto...v-ve a casa con cuídado sempai-añadí con nerviosismo.

Salí corriendo a toda prisa, sin volver atrás la mirada.

 

Con las semanas y nuestros encuentros recurrentes en la biblioteca, sempai había aceptado que me acercara a convensarle y a tratarlo como amigo...aunque él fuera tan reservado en sus comentarios.

No sabía con exactitud lo que le estaba ocurriendo en su vida, pero sabía que aquella coraza e ira, se derivaba de su tristeza. Y sempai era tan importante para mí, que incluso sus tristezas quería que las compartiera conmigo o por lo menos, supiera que yo estaba ahí para él, siempre que me necesitara.

Incluso, alguna vez me pareció verle sonreír, no estoy seguro de ello, porque lo tenía a distancia y estaba algo aturdido con el golpe que me di, justo eso sucedió en el pasillo de la escuela.

Días después, sempai me invitó a su casa...no podía creerlo...nervioso y sorprendido acepté la invitación, asegurándome de avisarles a mis padres que me quedaría en casa de un amigo a dormir. Mamá era una persona muy posesiva y sino les pedía permiso, lo más seguro es que no me dejarían ir, así que no tuve más opción que hacerlo.

Al terminar las clases, caminé junto a sempai con dirección hacia su casa. Tenía los nervios de punta, y no pude evitar pensar "como tenía que comportarme en su casa", "de que temas conversar", "como dejar mi mejor impresión, para que me invite de nuevo" y demás cosas.

Casi podía caminar, sentía mis piernas blandas, me comenzó a dar mareos y a transpirar.

Esperaba que sempai no lo notara o sería demasiado vergonzoso...

Sempai detuvo sus pasos y me observó.

-No tienes porque ponerte tan nervioso-añadió.

"Maldición, se había dado cuenta".

 

Al llegar a su casa, me di cuenta que estaba completamente sola y en silencio. N había nadie alrededor, excepto el gato negro con blanco que sempai recogió en un día de lluvia, al cual, saludó con el nombre de Sorata.

Cuando le confesé a sempai sobre mi conocimiento del gato, se alarmó y ligeramente percibí un rubor en ambas mejillas, y mencionó algo acerca de que es una escena del manga shojo, a lo cual, no entendí muy bien a lo que se refería, jamás había leído un manga, sólo libros.

También volví a admitir que me gustaba, para mi sorpresa, sempai se acercó a mí, e intentó besarme...instantáneamente lo aparté, temblando, y cerré los ojos a causa de la verguenza.

Algo en sempai había cambiado, y no comprendía el motivo; pero cuando sus dedos me comenzaron a desabrochar el uniforme con facilidad y añadió: "Ya entendí perfectamente tus sentimientos"...y me abrazó, supe que ya no era el mismo sempai huraño que me apartaba de su lado.

Esa tarde, casi al anochecer, sempai me pidió que hicieramos el amor y yo accedí. Accedí, a pesar de mi verguenza y mis nervios...porque yo...lo amaba, lo amaba más que a nada en el mundo y estar a su lado, no sólo me hacía bien, también me hacía feliz.

Yo nunca había tenido relaciones y sempai nunca había estado con un hombre. Ambos temblamos al estar desnudos. Su piel era suave y el olor de su cabello era embriagante. Sentí que en cualquier momento, moriría de felicidad.

Mantuve los ojos cerrados y sentí mi rostro ruborizado.

-Ritsu...-susurró sempai cerca de mi rostro-...te quiero.

¿Había escuchado bien? ¿o todo era producto de mi fantasía?

Entreabrí los ojos y vi la sinceridad en su mirada. Aquellos ojos que tantas veces creí que me despreciaban, ahora me miraban con ternura.

Sempai unió su boca a la mía, besándome con lentitud. Después apoyó sus manos con dulzura sobre mi cabeza y me volvió a besar, esta vez, con intensidad. Sentía su lengua suave moverse contra la mía, humedeciendo mis labios.

Sus manos me tocaron desde el torso, pasando hasta el abdomen y finalmente en mi entrepierna.

Lo miré espantado, y sempai me sonrió levemente.

-Está bien...-susurró cerca de mi oído, bajando hasta llegar a mi intimidad.

La sábana azul, lo cubrió, no podía ver a sempai, sólo su figura debajo de ella.

Las palmas de sus manos se movieron suaves, frotándome y acariciándome, mis sentidos se encendieron, como llama interna ardiendo en mi piel, con su sólo tacto.

Su boca recorrió el centro de mi placer, resbalándose húmeda, con ayuda de su lengua que se movía suavemente.

El éxtasis embriagante, recorrió cada tramo de mi cuerpo, corriendo hasta mi columna vertebral.

No sabía lo que sempai me estaba haciendo, pero lo disfrutaba, lo disfrutaba mucho.

Dejé escapar un gemido y entreabrí los ojos, buscándolo con mis manos en aquella obscuridad.

Sempai salió debajo de la sábana y me besó apasionadamente. Acarició mis piernas y me hizo que le rodeara la cintura con ellas...

Suavemente entró en mí y mientras lo hacía, continuaba besándome y tocándome en la entrepierna.

Sus dedos largos y finos, me recorrieron con constancia. Algo increíblemente delicioso se apoderó de mi cuerpo y sempai unió su cuerpo al mío en totalidad.

Sus movimientos constantes, sus besos, sus caricias...todo era tan perfecto que jamás había podido imaginar que algo así se podia llegar a sentir.

No era sólo el sexo...era sempai...era el amor...era todo en conjunto lo que lo hacía maravilloso.

Nuestros jadeos y gemídos se unieron al mismo tiempo y nuestros cuerpos temblaron en sintonía eróticamente.

Sempai apoyó su cabeza sobre mi torso. Podía escuchar su respiración acelerada, al igual que mi ritmo cardiaco latiendo desbocadamente.

Miré como la piel blanca de sempai era iluminada tenuemente por la luna y como el aire fresco del anochecer se colaba por la ventana.

Esto que había sentido por primera vez, fué mucho mejor que todo lo que alguna vez imaginé hacer con sempai.

Esa noche se quedó tatuada en mi piel, al igual que el amor que nació en aquella biblioteca.

 

 

-¡Onodera!, ¡Onodera!-escuché unos gritos lejanos-¡novato!

Abrí los ojos con rapidez.

-¿Eh?, ¿q-qué ocurre?-pregunté confundido.

-¿Ah?, ¿qué clase de pregunta es esa?-cuestionó mi editor en jefe, Takano-san.

-Perdón creo que me desmayé.

 

Había vuelto a la realidad, a mi vida complicada de editor shojo.

-Si tienes tiempo para andarte desmayando, ¿qué te parece tener de una vez por todas listo el manuscrito de tu autora?-cuestionó severo.

-¡Ya voy, ya voy!, no me presione.

-Estúpido...-me pegó con la regla en la cabeza.

-¿Por qué me pega, Takano-san?

-¿Siempre tengo que estar trás de ti como un niño?, ya te dije que no soy tu mamá, dedicate a hacer bien tu trabajo editor novato.

Fruncí el ceño.

Takano-san...no se parecía en nada a ese sempai que conocí, de hecho ninguno de los dos éramos iguales a antes...él había acentuado su malhumor, era sínico, y me hacía la vida imposible. Y yo, tenía este mal carácter por su culpa...¿y aún así pretendía que le "confesara mi amor"? ¡está demente!, jamás lo haré.

Y jamás es jamás... aunque en el fondo lo siga sintiendo.

 


FIN



 

*Nota: se tomaron ciertos diálogos de la historia original, con el fin de buscar concordancia al fic. Ya que es una perspectiva de los hechos desde el punto de vista de Ritsu Onodera.

 

 



 

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